Unas Navidades antiguas.


Unas Navidades antiguas.
El patio de la escuela, la plaza o la vereda era el lugar de reunión para divertirse con amigos, eran los únicos lugares que había para poder jugar. Los juegos de los chicos en los recreos de la escuela, en las boleras, no cabe duda eran otros tiempos, ni mejores ni peores, otros tiempos.
Recuerdo con cierta nostalgia la llegada de la noche de aquellos veranos donde nos sentábamos en la acera que tenia a su frente nuestra casa, allí y junto a nuestros vecinos de todas partes del pueblo pasábamos la tarde noche donde el inicio del canto de los sapos nos llenaba con el coro de nuestras risas.
Por aquel entonces nuestros padres nos permitían estar allí sentados y sin dar que hacer a los vecinos y vaya que si obedecías, eso o se acercaban y no te decían te doy un cachete, entonces nos daban el cachete y después te decían, ….....para la próxima te subes a casa. 
Que tiempos aquellos, que el ponerse malos era para pensarlo, la consulta del médico estaba a 5 kilómetros y dos trenes para ir,.......dos trenes al día, no penséis seguidos, era toda una situación ir al doctor, así que la mayoría de nuestras dolencias se limitaban a la manzanilla, el poleo y los anises estrellados.
Con mucho sacrificio teníamos juguetes claro que si, uno cada uno y muy vigilado que no te le usaran para no estropearlo, eso si teníamos una colección de latas de las conservas que se utilizaban en casa, que tiempos aquellos. Donde cada niño tenía su navaja, casera claro, rudimentaria para cortar las cañas para ir a pescar al Saja, para cortar los juncos de donde hacíamos divertidos bastones que entre nosotros vendíamos entre si para poder comprar o trapichear con las “perras gordas” que sacabas con ello.
Recuerdo esos tiempos con cariño pero no recuerdo ni en mi, ni en ninguno de mis amigos ni hermanos la palabra “me aburro”, que extraño porque tengo buena memoria para esas cosas, por ejemplo recuerdo las navidades llenas de ganas para cantar y reunirse, mi padre era muy cantarín y el mismo componía sus propios villancicos que cantaba con sus amigos y vecinos, mientras mi madre cocinaba esas fuentes llenas de diferentes dulces, pestiños, buñuelos, bañados de una generosa capa de miel.
De vez en cuando llegabas a casa un poco dañado, sobre todo cuando te subías a la bicicleta mas de tres o cuatro, o cuando utilizabas la bicicleta de tu amigo, aquella que no tenía cubiertas, ni frenos, ….....la de tortas que nos pegábamos. Cada pueblo disponía de su bolera con sus bolos y bolas, las nuestras eran de piedra, si de piedra del río, las mas redondeadas las utilizábamos para jugar, porque las de madera los mayores las tenían a su cargo.
Que tiempos aquellos, el teleclub, la televisión colectiva, “compartida con los vecinos”, el tiempo de meter la hierba seca a los pajares, donde se ayudaban todos los vecinos, la leche recién ordeñada, hoy vuelve a estar de moda comprar la leche así.
Hoy donde quedó la botella de anís de la asturiana para tocar los villancicos o la zambomba casera con el cañizo que te cortaba la palma de la mano, donde quedaron los juegos y los dulces caseros, cuando el Pryca era el acrónimo de Precio y Calidad y te no te sonaba ni de oídas. 
Ahora los hijos están repartidos por el mundo con los estudios y con la movilidad laboral, donde los euros no dan de si, donde cada uno tiene un coche para viajar solo o sola, donde los padres no se hablan con los hijos, donde la abuela no se visita cada fin de semana, donde ir al cine es un asco sin gallinero, donde tu bicicleta siempre tiene parches de recambio. Donde se pasó del Pedro a gritos al nokia o al iphone, donde los tres en raya se llaman pokemon pillando a pikachu.

La modernidad como diría mi güela, donde fumarse un porro no es reñido si no festejado, la modernidad donde se sale a las 2 de la mañana y se regresa de día, donde las bolas pasaron a ser un estatus social, con un par le haces frente a cualquiera, donde la Guardia Civil no es respetada si no cuestionada, donde los valores son algo del pasado, porque antes la unión hacía la fuerza. Parece que lo que sacamos de resultado es un coche para cada uno, un perro del que cuidamos mas que al vecino y con el que acabamos hablando,........o ladrando, no lo se.

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